Danza mestiza urbana, mixta y colectiva de la zona aymara del departamento de Puno, su nombre sugiere una alusión a los pastores de las llamas ataviados por lujosas prendas.
Es una danza de origen incaico, fue llevado por la conquista de los Incas hacia los aymaras. Representa a los arrieros de llamas que recorrían los caminos del Tahuantinsuyo con destino al Cuzco para asistir a la fiesta del Inti Raymi. El atuendo es una mezcla de antiguos elementos precolombinosy coloniales hasta el siglo XIX. El hombre y la mujer llevan en la mano derecha una honda, símbolo de pastores y arrieros. La mayor parte de los pasos incluyen el movimiento de la honda, simulando el arreo o lanzamientos de piedras, así como la imitación del caminar gracioso de este camélido. Se desplazan en grupos de dos, tres, o cuatro filas de bailarines que ejecutan los movimientos con admirable uniformidad. El grupo es dirigido por un personaje diestro bailarín que toma el lugar del gañacho. Se suele bailar con una mitra con tela suelta que cubre la parte posterior de la cabeza y el cuello, pantalones negros o blancos para los varones y polleras amplias de vivos colores para las mujeres. Todos llevan en la mano el wichi-wichi, especie de latiguillo de bellas borlas. Los llameros del altiplano domesticaron y utilizaron llamas como bestias de carga para intercambiar productos con los valles de la costa en viajes largos y por lugares agrestes. Las llamas representan sus compañeras eternas e inseparables a las que hay que cuidar, pues si desaparecen es signo que se acaba el mundo. Por tradición se sabe que ellos, para calmar sus penas, al término de la jornada, se divertían bailando, como imitando los movimientos del trabajo y hasta el andar airoso de las llamas. En ello se basa el origen de la llamerada, especialmente en lo que concierne a los movimientos flexionales de arrear ayudados con los corawas (hondas) y las wiscas (sogas). En la actualidad, esta danza se ha transformado mucho en atuendo, personajes, música y coreografía, adoptándose a otro escenario. Sus mudanzas, disciplinadamente sincronizadas, hacen elogio a la plasticidad y espectacularidad artísticas. Es una de las danzas más conocidas de La Festividad de La Candelaria Puno, Patrimonio Cultural del Perú.
Es una danza de origen incaico, fue llevado por la conquista de los Incas hacia los aymaras. Representa a los arrieros de llamas que recorrían los caminos del Tahuantinsuyo con destino al Cuzco para asistir a la fiesta del Inti Raymi. El atuendo es una mezcla de antiguos elementos precolombinosy coloniales hasta el siglo XIX. El hombre y la mujer llevan en la mano derecha una honda, símbolo de pastores y arrieros. La mayor parte de los pasos incluyen el movimiento de la honda, simulando el arreo o lanzamientos de piedras, así como la imitación del caminar gracioso de este camélido. Se desplazan en grupos de dos, tres, o cuatro filas de bailarines que ejecutan los movimientos con admirable uniformidad. El grupo es dirigido por un personaje diestro bailarín que toma el lugar del gañacho. Se suele bailar con una mitra con tela suelta que cubre la parte posterior de la cabeza y el cuello, pantalones negros o blancos para los varones y polleras amplias de vivos colores para las mujeres. Todos llevan en la mano el wichi-wichi, especie de latiguillo de bellas borlas. Los llameros del altiplano domesticaron y utilizaron llamas como bestias de carga para intercambiar productos con los valles de la costa en viajes largos y por lugares agrestes. Las llamas representan sus compañeras eternas e inseparables a las que hay que cuidar, pues si desaparecen es signo que se acaba el mundo. Por tradición se sabe que ellos, para calmar sus penas, al término de la jornada, se divertían bailando, como imitando los movimientos del trabajo y hasta el andar airoso de las llamas. En ello se basa el origen de la llamerada, especialmente en lo que concierne a los movimientos flexionales de arrear ayudados con los corawas (hondas) y las wiscas (sogas). En la actualidad, esta danza se ha transformado mucho en atuendo, personajes, música y coreografía, adoptándose a otro escenario. Sus mudanzas, disciplinadamente sincronizadas, hacen elogio a la plasticidad y espectacularidad artísticas. Es una de las danzas más conocidas de La Festividad de La Candelaria Puno, Patrimonio Cultural del Perú.
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