I. ORIGEN
La tradición oral sitúa el origen de esta
costumbre como parte de la historia de la fundación de la ciudad de Jesús a
inicios de la Colonia, nacida como reducción de indios con el nombre de Dulce
Nombre de Jesús, el 1 de enero de 1572; esta reducción fue cabeza de doctrina
que formaba parte del Corregimiento de Huamalíes, y es origen de la actual
ciudad de Jesús, capital de la provincia de Lauricocha.
Según
el relato más difundido sobre el origen de esta festividad, en tiempos de la
conquista, las antiguas poblaciones indígenas de esta región se distribuían en
ambas márgenes del valle del Ñucón, tal como corrobora la evidencia
arqueológica. La obligación de trasladarse a la reducción planteó el problema
del abandono de las poblaciones antiguas, tradicionalmente enfrentadas por el
acceso al agua y por el dominio del territorio; de este modo, los yayakunas (ancianos) y los taytas (principales) de los
pueblos convocaron a un encuentro de representantes de los poblados en el sitio
de Ñucón, entonces un totoral en terreno húmedo, formado por el puquio del
Ñucón. Cerca de este lugar los españoles habían establecido la reducción que sería
el origen del actual pueblo de Jesús.
Los jefes de los centros poblados, distribuidos en sectores en acuerdo a su
orientación cardinal, se hicieron presentes transformados en diversos animales
de la fauna local. Por el poblado de Kenac, de la parte oeste, se hicieron
presentes dos sapos, que fueron defenestrados y transformados en piedra por su
postura indecorosa, y en su lugar llegó el anca o gavilán. Por el
poblado de Huapachacún, en la zona norte, llegó otra ave rapaz, el algay o dominico. Por el lado
sur, donde estaban ubicados los pueblos de Shaya y Alaka, asistió el yuquish o zorzal y, por último,
por el pueblo de Carhuanpata, del este, se presentó el atoq o zorro. Por el pueblo
de Raucha, de la misma zona, debía presentarse el jirish o picaflor, pero al no
ser convocado este pueblo, este prefirió ir, despechado, al vecino pueblo de
Cauri. Otro relato, consignado por Pedro Carlos Tucto describe una distribución
más compleja, pues cada curaca asistiría en representación de su centro
poblado, transformado en un animal distinto. El ancao gavilán representaba al
poblado de Chiquia; el añaz o zorrillo, al de Ticra;
el atoq o zorro, a Huapachacún;
el jirish o picaflor, a Shaya; el algay o dominico, a Kenac; el rachak, a Carhuanpata; el yuquish o zorzal, a Consejo
Corral; el huaychao,
a Alaka; el ave acaclluy,
a Goguy; el pichuychanca o gorrión, a Rauchac; y
el luychu o venado a Sacuar. Por
Marcachacra asistió el kullkush, tórtola de la puna, pero
al llegar tarde no fue recibido, yéndose igualmente a Cauri.
Reunidos
y consumiendo coca, discutieron sobre su situación actual y el destino que de
sus pueblos, y se llegó al acuerdo de dejar de lado sus antiguas rencillas y
trabajar en conjunto, limpiando el pantano y los totorales para acceder al agua
limpia, compartiendo trabajo y alimentos. Estos animales se organizaron en esta
faena, cada uno con distinta suerte, agradeciendo a los jircas o dioses de los cerros
por encontrar esta salida. Regresaron así a sus pueblos, informando sobre esta
decisión conjunta.
Como
estrategia de resistencia a la invasión hispana, los hombres se reunirían en el
cerro de Tucuhuaganan o Tucuwaganan, traducido como “lugar donde llora el
búho”, que domina la vista del lugar, y cuyo nombre deriva de la palabra búho o tucu, animal que se refugia en
sus cuevas, para disfrazarse de estas aves e imitar sus graznidos y así
ahuyentar a los españoles; pero que entonces se escuchó un llanto de niño
proveniente de un tishgo o islote en el pantano. Indígenas y
españoles fueron a averiguar el origen del llanto, y encontraron la imagen de
un niño recién nacido, que los españoles identificaron como el Niño Dios
cristiano. Esto decidió la devoción de la población indígena hacia la milagrosa
aparición, y que los españoles rebautizaran al sitio de Ñucón como Jesús,
erigiendo un templo en el cual fue colocada la imagen, siendo desde entonces el
patrono del pueblo, y viniendo los pueblos de los alrededores a establecerse
voluntariamente en la nueva ciudad. La comparsa de los tucumanes pasó de este modo a
ser parte de las costumbres de adoración al Niño Dios. Otro relato sostiene que
estos enmascarados tenían además la función de castigar a los infractores de la
ley, lazándolos con la soga o reata que portan como parte de su atuendo y
arrastrándolos al cerro Tucuwaganan, para ser flagelados y luego paseados por
el pueblo, siendo llevados después ante la imagen del patrono Niño Dios en la
Iglesia local, y hacerles prometer no volver a delinquir.
II. REPRESENTACIÓN
La
danza conocida como El Tucumán del distrito de Jesús, provincia de
Lauricocha, no hace referencia al arriero criollo o mestizo de la región de
Tucumán, en el actual noreste argentino, sino que es una representación del
búho o tucu,
ave de la fauna local; derivado el nombre de la danza del término tucu uma o cabeza de búho, figura
de baile que tiene una función protectora y de anuncio de la fiesta patronal
del Niño Jesús del distrito, carácter singular que le aparta de otras comparsas
de baile de nombre similar.
Que,
la danza El Tucumán es un ejemplo
particularmente interesante de un tema recurrente en la tradición huanuqueña:
la representación de la fauna local en las danzas del calendario festivo,
reflejo de una visión del mundo natural dotado de voluntad propia, dentro de lo
que puede considerarse un ciclo mítico regional. Dos manifestaciones de
carácter similar, la León Danza, del vecino distrito de
Jivia de la misma provincia de Lauricocha, y la danza Atoq Alcalde del distrito de Llata,
en la provincia de Huamalíes, son parte del listado de manifestaciones
declaradas Patrimonio Cultural de la Nación. En estas manifestaciones los
animales representados interactúan en un universo simbólico dominado por la
figura mítica de Mama Rayhuana,
asociada a la madre tierra, mientras que en la tradición que nos ocupa se hace
referencia a un rimanacuy o concejo, celebrado en
lo que parece haber sido un lugar de culto, cercano a un puquio, fuente de agua
al que se suele hacer homenaje en los inicios del ciclo productivo en la
tradición andina. Siguiendo lo dicho en estos relatos, la aparición milagrosa
del Niño Dios se da, significativamente, en el mismo lugar del concejo, facilitando
la aceptación del nuevo orden por parte de la población nativa, en un momento
en que esta había decidido superar sus diferencias internas en aras del bien
común.
III. INTEGRANTES DE LA
DANZA
La
ciudad de Jesús reprodujo la distribución cuadripartita de los pueblos antiguos
en la división entre cuatro barrios, llamados Shaya, Ccarhuan, Quenac y
Huapachacún, cada uno representado por una autoridad llamada varayo o principal. Estas secciones siguen
siendo una de las bases de la organización del ciclo festivo local. Esta distribución
se mantiene igualmente al interior de la comparsa de la danza El Tucumán. La organización de
esta comparsa es responsabilidad del gobierno local, usualmente de la comunidad
campesina de Jesús, y en su defecto, de la Municipalidad.
La
comparsa de los tucumanes está compuesta por miembros de una
cofradía local dedicada al culto del Niño Jesús que es liderada por 2
Caporales, responsables principales de la fiesta que, como parte de la
comparsa, toman el papel de guiadores, y un cuerpo de 22 danzantes, llamados pampas, siendo en total 24
bailarines, seis por cada barrio. La comparsa suele organizarse para las danzas
en dos columnas, dirigidas por sendos Caporales. Los Caporales marcan el inicio
del baile y la sucesión de las mudanzas que se producen durante el paso de la
comparsa por las calles del pueblo, y los varayo encabezan el paso de la comparsa.
IV. VESTIMENTA
Que,
la vestimenta de los personajes ha sufrido transformaciones desde la época
republicana, siendo originalmente una vestimenta rural de bayeta, con poncho de
lana gris, sombrero de fieltro y, como accesorio definitorio, un bastón y una
soga. Actualmente, los bailarines llevan un traje negro, en una imagen de
elegancia urbana atribuida a las aves que representan, compuesto por pantalón y
saco, guantes de lana y sombrero de fieltro, todos de negro riguroso. La
excepción al negro son una camisa blanca y una pañoleta blanca que se lleva
bajo el sombrero y cae sobre los hombros; opcionalmente se lleva corbata.
Portan además una soga, reata o cabestro, parte de la cual se
lleva en bandolera, dejando suelto un extremo que en la danza se lleva con la
mano derecha en alto, accesorio con el cual se anuncian los cambios en la
coreografía. La prenda definitoria es una máscara de cuero negro decorada con
bordados de hilo blanco, en representación del rostro del ave, rostro que la
población describe como horripilante, hecho para infundir temor. Las piezas que
componen este traje son tradicionalmente heredadas de las anteriores
generaciones, y son objeto de gran cuidado por quienes las portan.
V. MUDANZAS
La
danza El Tucumán está resuelta con
gracia, siguiendo una serie de pasos y figuras de baile conocidas como mudanzas y pasiones, cada una con una
tonada particular. La pasión es el paso organizado en
dos columnas o hileras, y cuya postura básica consiste en llevar el paso
portando la soga, con la mano derecha en alto y la mano izquierda en la
cintura. Estas figuras son:
- La
entrada o media vuelta,
-
El saludo al público,
-
El saludo en pareja,
-
El saludo en columna,
-
El enlazamiento (en el que se representa la captura de animales salvajes),
-
Los cuatro barrios (cada grupo de bailarines se orienta al punto cardinal al
que pertenece su respectivo barrio),
-
El saludo en U,
- El tucupa ñahuin u ojo de búho, en que
los danzantes forman esta figura,
-
El janatuman uratuman o barrio arriba y barrio
abajo, en que los danzantes se saludan reunidos en una sola columna dando media
vuelta,
-
El ochuy o figura de ocho,
-
La adoración al Niño, que se representa dentro del templo, y
-
La despedida con media vuelta.
VI.
MUSICALIZACIÓN
La música que acompaña esta danza ha sido
tradicionalmente ejecutada por músicos que portaban a la vez una flauta y un
tambor, formación común en la sierra norteña, pero en la actualidad este acompañamiento
ha sido sustituido por una banda de metales;
VII. FECHAS DE EJECUCIÓN
La
danza El Tucumán es parte de la Fiesta
del Niño Jesús, patrón de la ciudad del mismo nombre, correspondiendo su
aparición a la víspera del día central, celebrada el 31 de diciembre. Esta
festividad, situada en una fecha poco habitual para este tipo de celebración,
constituye un homenaje al Niño Jesús como patrón de la ciudad antes que una
conmemoración del natalicio de Jesús propiamente dicha.
El 30 de diciembre, tradicionalmente a las 3 de la tarde, llegan a
Jesús los conjuntos musicales que acompañarán la fiesta, contratados de otras
localidades de Huánuco o Áncash, siendo recibidos por el Caporal, encargado de
la fiesta. Estos conjuntos anuncian las actividades festivas, interpretando las
tonadas de la fiesta patronal mientras recorren las calles de la ciudad, para
terminar presentándose ante la Iglesia matriz para dar el saludo al Niño Jesús
y luego visitar y ser recibidos por las autoridades locales.
Los tucumanes se presentan el 31 de
diciembre a las 10 de la mañana, hora en que se reúnen todos los bailarines y,
desde el mediodía, recorren el pueblo pasando por las principales calles de la
ciudad en el shunta pacuy, acto en que la comparsa
visita los locales de las instituciones de la ciudad, como la Municipalidad, la
Gobernación, el Juzgado de Paz y la Iglesia, así como también a personas
notables, en especial a quienes ocupan cargos en la fiesta del Niño Jesús. En
este recorrido se reunirán con el Mayor Mayoraza,
cargo dedicado a la custodia de la nueva vestimenta que, conseguida por los
caporales, se pondrá a la imagen del Niño Jesús. A las 3 de la tarde, el
conjunto de los tucumanes,
junto con el Mayor Mayoraza, se dirige a la Iglesia
Matriz de Jesús, hacia el altar de la imagen del Niño. El Niño es bajado del
altar para el cambio de vestimenta, mientras su anda es armada; durante ese
proceso los tucumanes realizan una danza de
adoración al Niño. Luego, terminado este acto, proceden a visitar otra vez a
las autoridades y notables de la ciudad hasta que, a las 7 de la noche, van
todos a celebrar la misa por el Niño. Terminada la misma, continúan con su
danza hasta las 10 de la noche, en que termina su representación.
A
la medianoche, iniciado el 1 de enero, aparece la comparsa de los negritos, interpretada por el
mismo grupo que se caracterizó como los tucumanes.
A diferencia de éstos, los negritos visten de manera
vistosa, con cotones bordados y sombreros adornados con elaborados arreglos de
plumas de colores, como es común en el área de Huánuco. A la 1 de la mañana se
llama a cabildo abierto en el local municipal, reuniendo a autoridades,
notables y vecinos a compartir la hoja de coca para leer en ella los augurios
para el año que se inicia. Los negritos llegan con su comparsa
de músicos, saludan a cada autoridad, quienes deben portar una cruz a ser
homenajeada. Los negritos realizan la primera
representación completa de su baile, denominado pachawala, zapateado que
incluye unas 24 mudanzas o figuras.
Siendo las 4 de la tarde, los negritos se dirigen a la casa de
los Caporales, mayordomos principales de esta fiesta. La misa iniciará cinco
horas más tarde, a las 9 de la noche, seguida de una procesión de la imagen del
Niño Jesús por las calles de la ciudad, pasando por alfombras de flores y acompañada
por el ruido de los cohetes y los cantos y oraciones de la feligresía. Misa y
procesión cuentan con la presencia de las autoridades, los mayordomos y de la
comparsa de negritos, como será a lo largo de
toda la fiesta. En medio de ello, los Caporales invitarán a un almuerzo a
inicios de la tarde.
El
2 de enero se celebra la fundación española de la ciudad de Jesús, asociada al
hecho milagroso de la aparición del Niño patrón. Esta celebración consiste en
quema de castillos al inicio de la medianoche, un desfile de autoridades,
representantes de instituciones y organizaciones de base, y de la comparsa de negritos, acompañados por las
bandas de músicos. A la 1 de la tarde vendrá el almuerzo de camaradería y el
baile social, durante el resto del día.
Los
días 3 y 4 de enero la fiesta seguirá siendo protagonizada por la comparsa de
los negritos,
con la visita a los cargos, las autoridades y los vecinos notables de la
ciudad, y la invitación correspondiente de comida y bebida. En la tarde del último
día, el 4 de enero, el Niño Jesús es llevado de regreso a su altar por los
mayordomos y la cuadrilla de negritos. A las 5 de la tarde
se dará el trucay o entrega del cargo al
mayordomo del año siguiente. En este mismo lugar, la Iglesia matriz, los negritos harán su acto de
despedida con el “quita cotón”, hasta el año siguiente.
Los estudios sobre los relatos orales y el papel que cumplen en
ellos los diversos seres que componen la fauna local, no han puesto mucho
énfasis en el rol que asume el búho que en esta tradición se trata de un
personaje que ejecuta sanciones en contra de los infractores, valiéndose del
manejo del temor, cuando en otras tradiciones orales suele ser, con su canto
nocturno, mensajero de una muerte aciaga; siendo significativo que este
personaje aparezca al terminar un ciclo anual, tiempo de rendición de cuentas y
de expiación de culpas en numerosas tradiciones andinas, mientras que el nuevo
ciclo es presidido por una imagen milagrosa, la del Niño Jesús recién nacido, y
que la ceremonia de cambio de vestimenta de la imagen del Niño Dios es claramente
un ritual de renovación.
La Festividad del Niño Jesús del distrito de Jesús, provincia de
Lauricocha, departamento de Huánuco, presenta de este modo rasgos originales,
exclusivos de este distrito, y en los cuales se mantiene la impronta de la
antigua herencia andina, pasada por el tamiz colonial.
La presente danza ha sido
declarada Patrimonio Cultural de la Nación mediante RESOLUCIÓN
VICEMINISTERIAL Nº 120-2016-VMPCIC-MC - 9 de setiembre de 2016.
Recopilación: Elmer Rivera Godoy