Foto: Elmer Rivera Godoy
I.
Introducción
La
selva es rica en follajes y manifestaciones folklóricas, los mitos,
leyenda, cuentos, música y danzas, perviven y se desarrollan por
acción natural y por la presencia dinámica del hombre mestizo y
nativo, es lo exótico lo que caracteriza a la selva peruana, las
danzas no aparecen desvinculadas de su realidad y de su entorno
respectivo. Son fieles testimonios que reflejan y retractan las
características fundamentales del medio donde surgen.
El nombre del pueblo amahuaca o amin waka ha sido traducido como ‘hijos de la capibara’, animal del que se dice podía “cantar” en la lengua originaria de este pueblo. Al igual que otros pueblos cuya lengua pertenece a la familia lingüística Pano, los amahuaca reconocen una categoría inclusiva de gente con la que se identifican y a la que denominan yora.
A lo largo de su historia, los amahuaca se han asentado en la cuenca de los ríos Ucayali, Yavarí, Purús y Madeira. Debido a su proximidad territorial y cultural, este pueblo ha sido estrechamente relacionado con el pueblo yaminahua. Al respecto, Gertrude Dole sostiene que la lengua de los amahuaca es muy parecida a la de los yaminahua.
II.
Localización
También
conocidos como Amawaka, se encuentran en las regiones de Madre de
Dios y Ucayali entre los ríos Mayupa, Curanja, Sepahua, Inuya y
Yurúa, como también en territorio braliseño, en el estado de Acre,
en las márgenes del río Yurúa.
Con una población censada de 301 personas amahuaca representan apenas el 0,1% de la población indígena censada; sin embargo, este grupo está muy disperso y aislado, con lo que es posible que estas cifras infravaloren la población real. En la década de 1970 se hablaba de rango entre 1,500 y 4,000 personas (Verase, 1972; Uriarte, 1976; Cririf y Mora 1977; Wise y Ribeiro, 1978).
III.
Antecedentes históricos
Los relatos amahuaca cuentan que sus antepasados vivían cerca de un gran lago. Algunos investigadores han sugerido que este gran lago sería el Imiría, actualmente en el departamento de Ucayali, en donde los arqueólogos han encontrado vestigios de la mayor concentración humana prehispánica ubicada en la cuenca central del Ucayali. A partir de este descubrimiento se estima que esta sociedad habría estado presente en esta zona desde 800 d.C. hasta el siglo XIV (Dole 1998).
Dole (1998) sostiene que las referencias históricas al pueblo amahuaca datan del siglo XVII y que la mayoría se encuentran en los informes de misioneros, funcionarios y exploradores. A partir de las primeras referencias, se sabe que el padre franciscano Manuel Biedma encontró en 1686 aldeas amahuaca en las riberas de los tributarios orientales del Ucayali. En adelante, los amahuaca se verían expuestos a incursiones de religiosos que tenían como misión evangelizar a los indígenas.
Entre fines del siglo XIX e inicios del XX, las capturas contra los amahuaca se intensificaron, esta vez a cargo de los patrones involucrados en la extracción y comercio del caucho. Producto del contacto con otras poblaciones, este pueblo se vio afectado por una epidemia de sarampión. En respuesta a los ataques de los caucheros, se sabe que un grupo de amahuacas atacó un campamento cauchero en la confluencia de los ríos Mapuya e Inuya en 1910. Para Gertrude Dole (1998), incidentes como este llevaron al establecimiento de una guarnición militar, que permaneció en el campamento hasta 1960, a fin de proteger a los colonos de los “salvajes amahuaca”.
A los enfrentamientos con los caucheros, se suman los enfrentamientos con otros pueblos indígenas, quienes realizaban incursiones a territorio amahuaca con el fin de capturarlos y convertirlos en sirvientes que intercambiaban por bienes materiales. Este contexto fomentó una constante movilidad del pueblo amahuaca, contribuyendo a la dispersión de su población (Dole 1998).
En 1948 se inicia la construcción de la Misión de Rosario de Sepahua, que tendría influencia sobre un asentamiento amahuaca cercano (Álvarez 1997). Como esta misión, el puesto misional que en 1953 estableció el Instituto Lingüístico de Verano contribuyó a la existencia de asentamientos amahuaca nucleados. No obstante, después de la partida de los misioneros, la dispersión de los amahuaca se intensificó (Dole 1998).
El INEI (2007) ha señalado que algunas familias de este pueblo decidieron dejar las cabeceras de los afluentes del río Curiuja y asentarse en las riberas del río Urubamba, en el año 1962. Además, se sabe que una parte de este pueblo se mantiene fuera de contacto con el mundo exterior. Al respecto, la Dirección de Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial del Viceministerio de Interculturalidad ha identificado población amahuaca en situación de contacto inicial en la Reserva Territorial Murunahua, ubicada en el departamento de Ucayali, creada mediante Resolución Directoral Regional N°189-97-CTARU/DRA.
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IV.
Estructura social
Los
asentamientos amahuaca son pequeños, constituidos en promedio por
unas 42 personas. La tasa bruta de mortalidad es de 44.5% el más
alto después de la población Jobara y Uranina. El grupo amahuaca se
encuentra dividido en diferentes grupos (indowo, rondowo, shaawo,
kutinahua, na iwo), a los que los diferentes individuos pertenecen de
la manera exclusiva. No están localizado dentro del territorio
tradicional amahuaca, de manera que cada asentamiento se encuentra
constituido por miembros de diferentes grupos, aunque alguno pueda
predominar en número.
Los
asentamientos amahuaca tradicionalmente se encuentran constituidos
por familias patrilocales extendida. Existe la regla de residencia
post matrimonial virilocal, donde la nueva pareja habita en el
asentamiento de la familia del esposo. No obstante, en circunstancias
especiales se exige que el hombre viva con la familia de la esposa.
La
norma matrimonial exige el matrimonio de un hombre con la prima
curzada bilateral, con la hija del hermano de la madre o la hija del
hermano del padre. La terminología del parentesco de tipo iroquesa
sugiere la existencia de unidades exogámicas y líneas de
intercambio matrimonial.
Foto: Elmer Rivera Godoy
Las
chicas suelen darse en matrimonio a la edad de 8 a 11 años, donde un
hombre podrá sentirse satisfecho si consigue hacer a los 25 o
incluso 30 años; para casarse un hombre joven primero debe convencer
al padre de la muchacha que va ser un marido apropiado. Tendrá que
ayudar a su futuro suegro en las faenas campesinas o entregar regalos
a la familia. Pero es sobre todo, la disponibilidad de la mujer lo
que determina si un hombre puede o no casarse; la escazes de ellas
se agrava por las costumbres de los hombres más influyentes a
llevarse más de una esposa.
Tradicionalmente, los asentamientos amahuaca están conformados por familias extensas de más de dos generaciones, que viven en una misma vivienda. Mora y Zarzar (1997) sostienen que, de acuerdo a la tradición amahuaca, el lugar de residencia de una nueva pareja es la vivienda o el asentamiento de la familia del esposo.
Según Gertrude Dole (1998), el pueblo amahuaca practica una horticultura de gran movilidad que cada año los hace mudarse a un nuevo lugar y abrir nuevos espacios para establecer sus chacras. Los hombres amahuaca se hacen cargo de la roza del bosque y participan de la siembra en la chacra; no obstante, tradicionalmente se han dedicado en mayor medida a la caza y a la pesca.
Las mujeres son las principales responsables de la chacra. Son ellas quienes siembran la mayoría de los cultivos con excepción de la yuca y el tabaco, para los cuales es necesario cavar hoyos profundos. Las mujeres se encargan también de elaborar cerámicas, hilar y tejer. Elaboran buena parte de las canastas, esteras, cernidores, abanicos para avivar el fuego, escobas y adornos de semillas (Dole 1998).
Los asentamientos amahuaca que se establecieron a inicios del siglo XX tenían varios jefes, un jefe principal y jefes de sub grupos que formaban parte del asentamiento. El jefe amahuaca era considerado un líder guerrero debido a la historia de enfrentamientos entre los amahuaca y foráneos, así como también pueblos vecinos, con quienes vivían constantemente enfrentados (Dole 1998).
V.
Economía y recursos naturales
La
horticultura de rosa y quema, la caza y pesca constituyen la base de
subsistencia de los amahuaca. Los principales cultivos de los huertos
son yuca, maiz, camote, plátano, frijol, piña, sachapapa, arroz,
maní y algodón. Productos como el maní, el arróz y frijol son
comercializados de manera eventual.
VI.
Cosmovisión
Los
amahuaca descienden de un antepasado llamado hindachindiya,
a quien consideran como su fundador, como no tenía mujer engendró a
sus hijos en fruto que creció, haciéndose grande y negro. Para
salvaguarlo lo colocó en una hamaca que tenía en su propia casa,
pero a pesar de sus cuidados se cayó al suelo y se partió. De este
modo nació un niño, que murió y una niña que sobrevivió y ella
fue el primer miembro del grupo amahuaca; con ella hindachindiya
engendró otros hijos de quienes provienen todos los amahuaca.
Los
espíritus vagabudean por el bosque. No comen ni duermen y a veces se
les puede ver por la noche en sueños breves y desagradables. Las
mujeres pueden quedar embarzadas por los espíritus. Uno de los
espíritus femeninos más temidos es la de la rana, wantati; su
vagina está formada por dientes y si un hombre se acuesta con ella
será mordido en el pene.
Según la creencia ancestral de los amahuaca el cosmos está formado por tres espacios: agua, tierra y un cielo sostenido por raíces de árboles que le impiden caer al agua. Según sus mitos, los antepasados de los amahuaca vivían en el cielo, pero a causa de un gran cataclismo, el cielo y todos sus habitantes cayeron sobre la tierra, ocultando al sol. Más tarde, el sapo (hïo) logró levantar el cielo, permitiendo que la luz del sol llegara a la tierra y fuera posible repoblarla (Dole 1998).
Según la creencia ancestral de los amahuaca el cosmos está formado por tres espacios: agua, tierra y un cielo sostenido por raíces de árboles que le impiden caer al agua. Según sus mitos, los antepasados de los amahuaca vivían en el cielo, pero a causa de un gran cataclismo, el cielo y todos sus habitantes cayeron sobre la tierra, ocultando al sol. Más tarde, el sapo (hïo) logró levantar el cielo, permitiendo que la luz del sol llegara a la tierra y fuera posible repoblarla (Dole 1998).
VII.
Actividad y subsistencia
Los
amahuaca eran y son entusiastas cazadores. Mientras los amahuaca de
Ucayali viven de la agricultura de tala y quema y de la pesa y de la
caza, los que fueron llevados como esclavos por los caucheros al río
Piedras viven principalmente de la cosecha y el procesamiento de
castañas que abundan en esa zona. Después de procesarlas las llevan
al mercado en Puerto Maldonado. Parece que la cáscara dura, que
contiene unas veinticinco nueces, es exportada a la China para la
crianza de gusanos de seda.
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VIII.
Vestimenta
Ese
grupo era muy tradicional. Los hombres llevaban cinturones de corteza
y las mujeres faldas de tela de algodón envueltas alrededor de la
cintura. Utilizando achiote y huito, se pintaban el cuerpo con
diseños de color negro y rojo anaranjado. Se adornaban con collares
largos hechos de semillas negras choloque y dientes de mono. Los
hombres llevaban coronas hechas de la parte anterior del bambú,
cubiertas con tiras de piel de mono negro y tela teñida con tinte
rojo. La mayoría usaba un adorno en forma de disco en la nariz.
Actualmente
los amahuaca utilizan adornos variantes como parte de sus atuendos de
fiestas y ceremonia, como la utilización de plumas de gallina y
gallo, cráneos de mono, pieles y adornos de semillas en el pecho,
pero siempre llevan consigo su lanza, arco y flecha.
Para Gertrude Dole (1998), los amahuaca pueden ser identificados por lo característico de sus atuendos y por los adornos que llevan en sus cuerpos. Los informes de la época de la Colonia indican que los amahuaca portaban una especie de colgante en la nariz, hecho de trozos triangulares de concha. Asimismo, llevaban consigo “sombreros de madera” decorados con pieles de animales y cuatro plumas, collares de dientes de jaguar, pulseras de semillas y de dientes de mono. Estos sombreros serían coronas anchas de bambú que los amahuaca conservarían hasta la actualidad.
Dole (1998) sostuvo a partir de su investigación que las mujeres vestían unas faldas tubulares tejidas en algodón que llegan hasta las rodillas. Estas faldas eran coloreadas con achiote y eran teñidas de color marrón oscuro sumergiéndolas en un cocimiento de corteza de caoba, o de negro, remojándolas en agua en que se ha disuelto la arcilla.
Otra práctica ancestral entre hombres y mujeres amahuaca ha sido pintarse en el rostro y el cuerpo, una variedad de dibujos geométricos rojos y negros, empleando el achiote y el huito como tintes naturales. La decoración facial típica consiste en una ancha media luna negra pintada con jugo de huito mezclado con polvo de carbón de palo, que va de oreja a oreja cruzando la boca.
Foto: Elmer Rivera Godoy
IX.
Estructura musical y coreográfica
Sitaracuy.
Entrada de la comunidad amahuaca.
Ritual
e invocación a los guardianes. Entrada de hindachindiya para iniciar
la preparación de la caza.
Sitaracuy.
Evoluciones coreográficas para transmitir los recorridos que
tenían la etnia de los amahuaca, hacia el lugar donde se encuentran
la presa que será cazado.
Movido
típico. Celebración y festejo por la faena realizada.
Foto: Elmer Rivera Godoy
X.
Instrumentos
Los
instrumentos empleados son:
El
bombo. Que es un instrumento de percusión elaborado de madero o
triplay con cuero de venado o sajino, con ajuste de soguilla gruesa
que le da un sonido característico a la región Ucayali.
El
tambor o redoblante. Es elaborado de madera eucalipto o triplay,
con ajuste de soguilla o cogollo y con placa de radiogfrafía dando
un sonido único y característico de Ucayali.
Quena
pentafónica (cinco huecos). Que reemplaza a los sonidos de todo
el entorno amazónico y le da nuevas melodías característicos a la
comunidad, anteriormente elaborada de caña brava o de bambú.
Actualmente elaborada de tubo de plástico y en otros lugares de
aluminio.
Maracas.
También se agregan al complemento de la música típica y original
de Ucayali, es elaborada de cocos, uno más grande que el otro, con
semillas pequeñas que distinguen el sonido de hembra y macho.
XI. Bibliografía
XI. Bibliografía
ÁLVAREZ, Ricardo
1997
Sepahua II: fundación de una misión católica en el Bajo Urubamba. Lima: Enotria.
DOLE, Gertrude
1998
“Los amahuaca”. En: SANTOS GRANERO, Fernando y Frederica BARCLAY (editores). Guía etnográfica de la Alta Amazonía. Volumen III. Lima: IFEA, Smithsonian Tropical Research Institute, Abya Yala, pp. 125-274.
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA E INFORMÁTICA (INEI)
2007
II Censo de Comunidades Indígenas de la Amazonía Peruana 2007. Resultados definitivos. Lima: Instituto Nacional de Estadística e Informática.
MORA, Carlos y Alonso ZARZAR
1997
“Información sobre familias lingüísticas y etnias en la Amazonía peruana”. En: BRACK, Antonio (editor). Amazonía peruana, comunidades indígenas, conocimientos y tierras tituladas: Atlas y base de datos. Lima: GEF, PNUD, UNOPS.